Preparando la maleta estoy, para irme a Eibar mañana bien pronto, y la llevo cargada de ilusiones, y de ganas de contar a todos mis oyentes una victoria , por fin, fuera de la isla. Pero no me resisto a compartir con los lectores de este blog, mi casual encuentro de esta tarde con dos futbolistas, que por diferentes motivos, no han entrado en la convocatoria para el desplazamiento a tierras vascas: Héctor y Cristo Marrero.
Fue sobre las 8 en una conocida terraza, situada muy cerca de lo que en su día fue una concurrida discoteca y que ahora alberga lo que queda de los estudios de una conocida productora. Los dos futbolistas, el joven y el veterano, ahogaban las penas de haberse quedado en tierra con un refresco que les debió saber amargo. Sobra contar a los que le conocen, que la mirada de Cristo te conquista desde el primer momento por la extrema sinceridad que desprende. Le vi tocado, porque las lesiones a los 20 duelen , pero a los 30 duelen más en el alma, y para el de Las Zocas duele especialmente no poder ayudar al equipo. Posiblemente éste sea su último año en el Tenerife, y desde ya, los cabezas pensantes de este club, tienen que empezar a preocuparse de que tenga la salida que se merece. La salida de un grande, con letras mayúsculas, que ha sabido defender esta camiseta y su escudo, por encima de todas las cosas. Grandes fueron Redondo y Pizzi, como lo fueron Jokanovic,Felipe o Marioni, y tan grande como ellos, lo es Cristo Marrero. Por ello, si el destino no prepara algo como un gol de nuestro protagonista que nos dé el ascenso, (ojalá fuera así )los rectores tinerfeñistas no deben escatimar esfuerzos en reconocer públicamente, la entrega y el sentimiento que ha demostrado un ya crack histórico de nuestro club : D. Cristo Marrero.
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