Miguel Concepción es un hombre de arrestos. Un shelf-made man que ha triunfado en el mundo de la empresa, y que un buen día se vio avocado a regir los destinos de una institución diferente como el C.D. Tenerife. Se marcó objetivos a medio y largo plazo, y los consiguió. En tres años fue conformando un equipo para estar en primera al final de la tercera campaña, y logró llegar a esa meta inalcanzable en la última década, logrando cotas y parámetros en apoyo social y número de abonados nunca vistos hasta la fecha.
Pero posiblemente, Concepción esté ahora ante la prueba más difícil de su mandato, y lo esté por una mala gestión del área deportiva del Tenerife. Descargar el 100% de la responsabilidad de la planificación deportiva en una sola persona ( el director deportivo ) tiene unos riesgos considerables . El primer año, el ahora denostado Llorente, fue el Rey Midas Llorente y de ahí posiblemente el éxito del ascenso. Pero el vallisoletano lleva dos años consiguientes de errores y desaciertos, y esa coyuntura, ha servido para destapar el verdadero mal de este club. En efecto, si se opta por un modelo presidencialista, en el que el presidente detenta un poder absoluto, y los demás consejeros simplemente avalan y de vez en cuando se dan una vuelta por el club, las consecuencias son éstas . Y me explico : en otros modelos de organización deportiva sin salirnos de las S.A.D. el consejo tiene una comisión económica, una comisión social y... UNA COMISIÓN DEPORTIVA. Esa comisión deportiva debería marcar unas pautas mínimas de actuación al director deportivo, que en consecuencia con esas pautas actuaría. El principal error de Concepción ha sido , sin lugar a dudas, su principal máxima de actuación : el " yo delego 100% en el responsable de la dirección deportiva" le ha acabado pasando factura y es consecuencia del modelo presidencialista y de la condición de simples observadores de sus compañeros de consejo. Al final, son los miembros del staff profesional del club los que realmente acaban tomando decisiones, y de ahí el resultado que estamos sufriendo este año.
El presidente se ve en la tesitura ahora de mantener o no su confianza en su fiel compañero de viaje en la dirección deportiva. ¿ Echarlo a 30 de junio ? ¿ Prescindir de Llorente ahora ? ¿ Dejarle que reconstruya el equipo en diciembre ? Quédense con la frase de D. Miguel en petit comité : " Si hubiera perdido ya la confianza en el director deportivo no esperaría al 30 de junio para echarlo "
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