domingo, 9 de noviembre de 2008

DE DIVINIDADES FUTBOLISTICAS Y HUMILDADES PERSONALES

Nuevo desencanto para el tinerfeñismo lejos de casa. Causas, desarrollos, situaciones y goles encajados que se repiten en el tiempo. La trayectoria blanquiazul empieza a recordarme a esas franquicias cinematográficas tipo James Bond o Indiana Jones, en la que se repiten hasta la saciedad guiones, estereotipos y situaciones para llegar a un mismo resultado final. La incredulidad ante lo sucedido sólo se justifica por la sensación visual que permanece en nuestra retina, aún algunas horas después de ver a un Tenerife hegemónico durante gran parte de la contienda, que con una insultante seguridad en sí mismo, se encaminaba, a lo que todos pensábamos que era, una irremediable victoria. Nadal y Pallardó nos descabalgaron del carro de las euforias por la vía rápida a la par que eficaz, con dos ( 2), sí solo malditos dos disparos a nuestro portero. Los únicos en 90 minutos de un atrincherado Levante, en el que solo destacaba la figura de un lento y pesado Sergio Ballesteros, alias el simpatiquísmo, que otrora llevó galones en nuestra zaga impuestos por el inmortal Heynkes.
Bien pudiera haber sido otra, la lectura del encuentro, si el intocable Nino hubiera acertado tan sólo una de las tres ocasiones claras que tuvo. Nada que reprochar a este almeriense parco en palabras y capacidad de expresión, porque Nino, aunque el Heliodoro le adore, no es perfecto, es un humano más, con el derecho legítimo de errar en alguna ocasión como todos. Bien pudiera haber sido igualmente otra la lectura del partido, si el discutido y machacado en los mass media Luis García no hace las veces de Pavarotti en el primer gol. Aquí sí se le pueden reprochar cosas , pero sonaría hasta redundante hacerlo, en función de la que ha tenido que soportar este discutido arquero.
Y vaya, vaya, al final del partido, hay ración de alcachofa azul ( y verde y amarilla y blanca y naranja..) para los dos protagonistas del film de terror. El Toledano, en un gesto que le honra y mucho, enarbola la bandera de la humildad y la honestidad, y cual reo pendiente de escuchar sentencia, reconoce públicamente su error en el primer gol, y manifiesta que es consciente de su falta de acierto. Se desnuda públicamente reconociendo su mala actuación, quedando preparado para pública lapidación mediática en los próximos días.
Por su parte, su majestad el rey del gol, si bien es cierto que parece haber aprendido la lección después de sus declaraciones sobre Manolo, al decir que "aquí ganamos y perdemos todos", frunce el ceño, tuerce el rictus y clava las pupilas al periodista que le pregunta por las tres claras ocasiones marradas. ¿ Se habrá enfadado el intocable ? ¿ Habrá osado preguntar el portador de la alcachofa lo que nunca debió preguntar ...?
En pequeños actos como estos, se demuestra la calidad humana de cada uno. A partir de este momento, Sr. D. Luis García, se ha ganado usted mi respeto y consideración fuera del campo, que creo, que es más importante, que lo que pase sobre un rectángulo de juego.

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