Mala jornada por segundo viernes consecutivo. Lo del Tenerife Rural estaba cantado. Después de la semana Barbour, sus compañeros no pudieron abstraerse de lo ocurrido y fueron un pobre equipo desde el minuto uno de partido. Los números siempre dicen cosas y dibujan las claves de los encuentros, pero hoy hay que bajar al plano de las sensaciones y de los sentimientos para analizar la derrota. El Tenerife without Barbour de hoy, tenía el peso, muy grande, de la ausencia de su líder. Solo Rafa Sanz y sus nueve profesionales restantes saben lo que ha pasado en ese vestuario esta semana. El mutismo impuesto desde el stablishment ha perjudicado más que ayudar. Es curioso, pero antes del partido , en el descanso y al final en todos los corrillos se escuchaban múltiples versiones y conjeturas de lo que ha ocurrido con Mr. Fifty points. El aficionado se preguntaba que había pasado. El silencio tras la derrota en la grada lo dice todo. Sólo algunos pitos ( tímidos) y una pancarta de Rafa Sanz dimisión. Y los jugadores, igual que el aficionado, son personas permeables a todo eso.
Capítulo aparte merece la dirección desde el banquillo. En un día en el que nadie estuvo con los cinco sentidos, el entrenador no puede atacar una zona con un 1 ( Bocchia ) y un 2 ( Julio González ) , que no tiran de 6.25. Así es imposible. Lo peor es que el ¿ segundo ? entrenador no es capaz de indicárselo a su jefe. En esos pequeños detalles , se ganan partidos. Todavía recuerdo a Ivan Déniz de "machaca" segundo levantándose del banquillo como un resorte para indicar ese tipo de situaciones al primer entrenador. O a Gustavo Ríos en el Canarias. Posiblemente no sea culpa de Ruyman, sino de un head coach que no le da demasiada bola. De cualquier manera un equipo que obtiene un paupérrimo 47% en tiros libres y en el que sólo dos jugadores ( Sánchez y hamilton ) pasan de 10 puntos es muy complicado que gane. Estamos en la racha mala, indudablemente, veamos como salimos de esta.
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