Decepcionados. Así nos quedamos los numerosos periodistas que esta tarde, asistimos a los 50 minutos de alocución del presidente del Tenerife Rural, José Miguel Martín. Poco o nada dijo el máximo rector blanquiazul que no supiéramos. Aclaró que la salida implica que Barbour sólo cobra hasta el día de su despido, descarta que éste sea por motivos económicos, dejando caer que hay un tema disciplinario que lleva a una falta de confianza en el jugador, y que esta temporada no podrá jugar en LEB contra Tenerife, salvo cláusula de penalización económica.
Insisto, la decepción era la tónica general a la salida de la rueda de prensa. Pero el silencio presidencial tenía un motivo fundamental que no es otro, que el acuerdo club-jugador se cimentó en un pilar básico y es que según hemos podido saber, el jugador renuncia a cobrar lo que le correspondía por contrato hasta el final de temporada a cambio de que el club no haga públicos los motivos de su despido. Así de sencillo. A este joven jugador norteamericano no le favorecería en nada en su carrera que se conociera por qué un club en el que era muy querido, le despide por la puerta de atrás por un incidente de naturaleza disciplinaria.
A partir de aquí, que cada uno saque sus propias conclusiones. Lo que ha hecho Barbour, debe haber sido lo suficientemente grave, para que el jugador compre el silencio de lo ocurrido renunciando a cobrar el resto de la temporada. Conociendo esta información, sé que el papelón del presi hoy no ha sido fácil, pero aún así los accionistas de este club merecían -mañana hay junta general- un poco más de información.
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