

No es una frivolidad recurrir a un título de película para expresar lo que siento en estos
momentos. El destino no entiende de buenas voluntades, de trayectorias rectas, de amor a la gente que te rodea, de lucha incansable y desinteresada por un colectivo y por unos ideales. El señor destino es así de cruel. Y por eso, de un plumazo, se nos ha llevado a dos hombres que lo dieron todo pos sus deportes, en parecidas circunstancias. Los dos, jóvenes para irse todavía, a mitad de la
cincuentena, los dos en parecidas circunstancias, con esa enfermedad que escondemos bajo el eufemismo de "larga" , y los dos, todavía con mucho recorrido por delante en la vida y objetivos que cumplir. De
Quico Cabrera estuve cerca por razones profesionales y me ayudó a entender y amar un deporte, el
voleibol, del cual hace unos años no tenía ni idea. De
Peter Hamilton, estuve cerca por razones personales, precisamente por el amor que ambos sentimos hacia ese deporte llamado baloncesto. Pero ambos tenían la misma cualidad : la cercanía a la gente, el permanente trato amable y el sí a todo en sus labios, cuando
se trataba de ayudar. Mi estimado
Good Morning, como le llamábamos cariñosamente en el C.B. Santa Cruz, encerraba una enorme
humanidad en sus más de 200 cm de estatura. A pesar de que su
espigado hijo Leo dejó el baloncesto muy pronto, él, en compañía de su amigo Francisco
Crisóstomo, siguió empeñado en que un montón de jóvenes siguieran haciendo deporte. Y así, de dos
equipos cadetes y 24 jugadores, se pasó a los casi 500 de la actualidad. Un logro en el que mucho han tenido que ver
Alberto Déniz, Carlos Avellaneda y David
Sicilia en los comienzos, y
posteriormente un amplio abanico de
entrenadores, que siempre estuvieron arropados por un
Peter Hamilton,
especialista en convencer a " sus amigos " de que había que apostar económicamente por el deporte base. Quiso el caprichoso destino que mi último encuentro con él, fuera el día del entierro de
Quico Cabrera. Estaba optimista sobre su enfermedad y jamás pude pensar que no le vería nunca más.
Tu obra, amigo Peter, queda ahí. Es momento, con tiempo y calma, de ver como te podemos rendir homenaje y salvaguardar tu memoria. Oportunidades habrá de hacerlo, como igualmente las habrá para recordar a Quico Cabrera. Dos hombres del deporte que se nos han ido. Dos baluartes que no olvidaremos. Hasta siempre Quico, good bye Sir Peter, adiós amigo Good morning.....
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